
Desde 1978, decenas de jóvenes de un pueblo de esa zona preparan un fin de semana lleno de actividades: charlas, teatro en la calle, pasacalles, conciertos, comidas populares, con el objetivo de reivindicar la lengua y la cultura catalanas, que son al fin y al cabo un rasgo definitorio en la formación e identidad de las naciones. Con los años, ese encuentro se hizo más y más grande, y en los últimos años se convirtió en un akelarre alcohólico, donde miles de jóvenes exprimían las drogas hasta unas cotas difícilmente imaginables para pasar un buen rato.

Y como a los mexicanos lo de las drogas más o menos, pero lo del alcohol es a un ¡a huevo!, no puedo dejar de recordarles con algunas imágenes la cita de este verano en Villores. Yo pillé una peda de tal calibre que perdí mi celular y mi ya maltrecha cámara de fotos. Y a las 9 de la mañana aún lo iba buscando por algún rincón del pueblo, sin fortuna. Eso sí, que nos quiten lo bailao!
1 comentari:
Como bien dice la sabiduría popular: "Noches etílicas, crudas históricas..."
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