La llegada de Liza a tierras catalanas significó, entre otras cosas, mi reencuentro con la buena comida chilanga. Al fin nos juntamos la banda güerito-catalana que convivimos en la gran facultad de filosorgía y hierbas para recordar viejos tiempos y para recibir a nuestr@s más querid@s invitad@s chilang@s. Entre risas, motas, exquisitos tacos al pastor, mejores chilaquiles de inspiración defeña, y abundante alcohol, platicamos hasta la madrugada con la mente puesta en la imborrable huella que dejó nuestro paso por la maravillosa CU.
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